Galeón San José: una genialidad

Por: Germán Vargas Lleras para el periódico El Tiempo

¿Puede el Gobierno Nacional garantizar la seguridad e integridad del galeón y que no será saqueado?

Seguramente en los días decembrinos el sol, el mar y la brisa caribeña han inspirado a la Vicepresidenta y también a mi buen amigo Juan Lozano para proponer al país la declaración del galeón San José como bien cultural indivisible de la nación. Gran logro político que no puede suscitar sino aplausos. La consecuencia inmediata de esta decisión es que no se podrá disponer de ninguna parte del hallazgo para pagar los costos de su recuperación. Ni una morrocota para pagar los trabajos de localización, extracción, conservación de materiales, construcción de un laboratorio especializado y el diseño y la puesta en marcha de un museo tipo 3, como el Museo Nacional en Cartagena.

¿Cómo no se le había ocurrido a alguien, al menos en los últimos 30 años que llevamos hablando del San José, una propuesta tan ingeniosa? ¿Recuperar este tesoro sin correr ningún riesgo y sin comprometer ninguna parte del hallazgo?

El gobierno pasado tiene el mérito no solo de haber facilitado la localización del galeón, sino de haber estructurado todo un proceso para su recuperación, desde la expedición de una moderna ley sobre patrimonio cultural sumergido, inspirada en los fallos de las altas cortes sobre la materia. El principio rector de la ley es que todo lo sumergido es propiedad de la nación, pero no todo lo sumergido es patrimonio cultural de la nación, y que no hay restricción constitucional para que se efectúe la remuneración mediante bienes encontrados que no hagan parte de ese patrimonio cultural. ¿Se habrá equivocado la ministra Mariana Garcés o el tiempo le dará la razón?

Claro que es preferible, como lo sostiene la señora Vicepresidenta, conservar para la nación todo el patrimonio sumergido. Sin ninguna duda, esta innovadora propuesta es mejor que una APP. ¿Quién podría estar en desacuerdo? Pero, como en muchos casos lo ideal termina siendo enemigo de lo bueno, me han surgido varios interrogantes que bien valdría aclarar.

¿Algún filántropo confiable y con experiencia ha manifestado intención de proceder al rescate? ¿En qué condiciones? ¿Gratis? ¿Es cierto que se vienen adelantando conversaciones con el Gobierno español? ¿Conserva o no ese gobierno alguna pretensión sobre el galeón? ¿Mantiene España en este caso su postura oficial, que concuerda con la norteamericana en el sentido de que un Estado ostenta la propiedad de sus buques sin importar cuándo o dónde se hundieron?

Y en lo económico, ¿quién va a asumir el costo del rescate, estimado inicialmente en 70 millones de dólares? ¿El Estado va a asumir la totalidad del costo y del riesgo? Si ello es así, ¿por qué en el Presupuesto General de la Nación no se contempló ninguna partida para este propósito? ¿Es cierto que la Unesco, según sostiene el Dr. Muñoz, autodenominado veedor del naufragio, ha ofrecido asumir la totalidad del valor? Sería ideal.

¿Puede el Gobierno garantizar la seguridad e integridad del galeón y que no será saqueado en tanto define cómo acometerá el proyecto desde el punto de vista científico, cultural y financiero? Es más: ¿será que en este año y medio de geniales reflexiones, este patrimonio no habrá sido ya objeto de saqueos? ¿Puede el Gobierno aportar alguna prueba de que ello no ha ocurrido?

Y en lo legal, ¿estará el Gobierno desconociendo los términos de la ley de especies náufragas y los pronunciamientos de las altas cortes? ¿Estará el Gobierno exponiéndose a millonarias demandas internacionales? ¿Se está pensando en una licitación pública, o en una adjudicación directa, a dedo? ¿Alguna firma o cabildero ha aportado sus luces? Después del aplaudido anuncio, ¿cuáles van a ser los pasos por seguir?

Lo que no puede ocurrir es que nos quedemos inmersos en un debate que me luce patriotero y populista, que no se ofrezcan soluciones a tantos riesgos e interrogantes planteados y que, mientras tanto, otros piratas y corsarios modernos, conociéndose ya la ubicación exacta del San José, se alcen con este valiosísimo patrimonio. Podríamos, entonces sí, construir un museo en Cartagena, pero dedicado a la genialidad de nuestros dirigentes.

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