Más fuego amigo

Por: Germán Vargas Lleras para el periódico El Tiempo
El debate en torno al salario mínimo en Colombia está pasando de lo político a lo politiquero.
A la preocupación por el aumento del desempleo a niveles que superan los dos dígitos y a la propuesta populista que denuncié la semana pasada de reducir los aportes de los pensionados a la salud del 12 al 4 %, cuyo costo ascendería a 3,4 billones de pesos anuales, se suma ahora la iniciativa del Centro Democrático de establecer una nueva prima para los trabajadores que devenguen hasta tres salarios mínimos.
Ya habíamos conocido esta polémica propuesta en medio del debate sobre el incremento del salario mínimo a finales del año pasado, pero los empresarios y el país en su conjunto creyeron superada esta discusión y aplaudieron el acuerdo conseguido con las centrales de trabajadores y que arrojó como resultado un incremento del 6 % en el salario mínimo, que recogía mejoras en la productividad multifactorial estimadas en 0,52 % y 1,69 % en productividad laboral.
El debate en torno al salario mínimo, su naturaleza y su impacto en la productividad del país, en la generación de empleo y aun en las cuentas fiscales es de profundo calado. En Colombia, el salario mínimo representa aproximadamente el 86 % del salario medio de la economía, mientras que en Europa, este indicador está entre un 40 y un 45 % y en Estados Unidos es menos del 40 %. Teóricos y analistas coinciden en señalar que un salario mínimo tan alto con relación a los salarios que una economía está en condiciones de generar se convierte en una limitación para la creación de nuevos empleos e incentiva el empleo informal. Si no fuera así, cómo explicar que desde el año 2000, el salario mínimo en Colombia se ha incrementado en un 35 % en términos reales, mientras que la productividad laboral ha tenido un crecimiento muy bajo. Este debate en nuestro país, por iniciativas como la de la prima mencionada, está pasando de lo político a lo politiquero, y más aún si se toma en cuenta que tendremos elecciones en octubre.
No les falta razón a quienes dicen que el salario mínimo en Colombia es bajo y que una familia difícilmente podría vivir con este nivel de remuneración. Pero esta es una mirada simplista, un discurso para la galería y que esconde grave peligro para nuestra maltrecha economía. Porque el nivel del salario debe estar en función de su productividad, es decir que debe reflejar el aporte de un trabajador al valor de la producción que este genera con su esfuerzo. De no ser así, es evidente que las empresas incrementarían sus costos y, en consecuencia, preferirían no emplearlo, como ocurre en Colombia.
Como respuesta a esta situación, las personas optan por trabajos informales porque no tienen alternativa. En ese afán de la política pública por “mejorar el nivel de vida de los trabajadores”, en vez de preocuparse por elevar los niveles de productividad se ha cometido por siempre el grave error de seguir propiciando la informalidad. Además, se agravan los problemas de sostenibilidad fiscal, pues gran parte de la economía y de la fuerza laboral no contribuye a la financiación del Estado y de la seguridad social, y se estima que esta prima tendría un impacto directo superior a 200.000 millones de pesos, solo por la nómina oficial del sector central.
Señores ministros: tan importante es proponer iniciativas al Congreso como estar alertas para evitar que prosperen proyectos tan controvertidos como estos y ocurra lo que presenciamos en este final de legislatura.
La propuesta del Centro Democrático no solo es un pésimo antecedente de injerencia del órgano legislativo en el manejo de la economía y sus principales variables y políticas, sino que conducirá inexorablemente a destruir aún más empleo formal en momentos en que nuestro país está sometido a la enorme presión de los ciudadanos venezolanos en busca de fuentes de trabajo. Congresistas del Centro Democrático, no más fuego amigo, por favor.
GERMÁN VARGAS LLERAS
* Dirección Fundación Carlos Lleras
22 de junio 2019