Ninguna sorpresa

Por: Germán Vargas Lleras para el periódico El Tiempo

Ilusos los que pensaron en tener un informe objetivo y ponderado.

Si nos atenemos al informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Colombia, sencillamente, no es un Estado de derecho. Aquí, por lo visto, no existe ni una rama legislativa, mucho menos una rama judicial independiente. Tampoco existen Fiscalía, Procuraduría ni Defensoría. Tenemos una constitución de mentiras que en nada se cumple. Somos, por decir lo menos, una dictadura igual a Venezuela o Nicaragua y eso explica que nos propongan la misma receta.

Nadie puede sorprenderse del informe al observar el origen, formación y trayectoria de los integrantes de dicha comisión. En su gran mayoría han sido y son verdaderos activistas, no esconden sus pasiones políticas y en nada se comportan de manera imparcial. Su función aquí y en donde actúen siempre ha sido acusar. No se explica bien por qué Colombia, en su momento, votó por todos ellos.

Por eso, de nada valieron las intervenciones de los funcionarios o el humillante besamanos al que sometieron a todo el gabinete y al propio Presidente. De antemano se sabía el resultado de la visita. Ilusos los que pensaron en tener un informe objetivo y ponderado.

Estoy en desacuerdo con las 41 órdenes del informe, pero me referiré a las que me parecen más atrevidas, insultantes y alejadas de la realidad de nuestro país.

¿Qué tal la recomendación de trasladar la Policía Nacional al Mininterior, cuando llevamos 60 años tratando de formar una policía apolítica y profesional? ¿Qué tal cuestionar la asistencia militar asimilando a Colombia con países donde claramente la intervención del ejército se ha desbordado? ¿O solicitar reformas constitucionales como la referente a la Justicia Penal Militar? Qué desconocimiento del país, de su realidad, de su historia, y qué pretensiones.

O qué tal la propuesta de someternos a mecanismos permanentes y especiales de seguimiento, como si fuéramos unos inimputables, delegando en unos burócratas internacionales la coadministración del Estado, como si aquí no existieran instituciones.

O la temeraria justificación de que los colombianos tenemos que someternos a los bloqueos, ahora rebautizados como “cortes de ruta”. Habrase visto tamaño atrevimiento. Todos nuestros derechos suspendidos por el ejercicio sagrado y sin límite de la protesta. Estos “cortes de ruta” nos han costado muchas vidas y más de 15 billones en pérdidas. ¿Quién responde? No es tema que preocupe a la Comisión.

Los expertos encontraron contradicción en las cifras de desaparecidos y víctimas, pero en pocos días y sin saberse bien la metodología adoptada resolvieron validar las aportadas por las ONG, los miembros del comité del paro y los sindicatos. Esas cifras y criterios sí les merecieron toda credibilidad, al punto de achacarle responsabilidad al Estado, aun de las probadas muertes de los bebés por causa de los bloqueos.

Y sin saberse por qué, pues el tema ni siquiera era objeto de la visita, insisten en la tesis del caso Petro, anticipándose al pronunciamiento de la Corte Interamericana, que seguramente descalificará la reforma de la Procuraduría para el juzgamiento de los aforados.

La conclusión más clara del informe es un NO rotundo al control de las protestas, no al uso de la Fuerza Pública, ni proporcional. Bajo ninguna circunstancia la asistencia militar, aun en casos desbordados de vandalismo y terrorismo, y un SÍ a los bloqueos y a todas las modalidades de protesta, sin importar la afectación a los derechos de todos.

Hace pocos días, y a propósito de esta visita, planteé la conveniencia de sustraer al país de la jurisdicción de la Corte Interamericana, como ocurre con EE. UU. y Canadá. Porque advierto que la Comisión ya no se limitará a recomendar, sino a exigir. Importante recordar el precedente de Brasil en el caso de la represa Belmonte, en el cual ese país se hizo respetar y la Comisión tuvo que dar marcha atrás. Ya verán que las pretensiones son que esas 41 órdenes sean vinculantes y, además, cumplan la función de respaldar cualquier demanda ante la Corte Interamericana. Ya va siendo hora de que también nosotros nos hagamos respetar. Muy al contrario de tener que vivir en modalidad de miniconstituyente para incorporar estas pretensiones y aquellas que vayan surgiendo a capricho de tan altos comisionados.

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