Programa de resocialización para habitantes de la calle del Bronx
Desde mandatos anteriores al actual, la Alcaldía de Bogotá ha centrado gran parte de su trabajo en la resocialización de habitantes de las calles de la capital, en 1998 implementó en la ciudad un programa administrativo y un Plan de Desarrollo enfocado en una renovación urbana. El alcalde preocupado por el informe de la Organización Mundial de Salud para 1998, donde se declaró al Cartucho como uno de los lugares más peligrosos de Latinoamérica, encontró la razón para eliminarlo del Centro de Bogotá. La orden consistió en convertir el barrio Santa Inés, El Cartucho, en el Parque Tercer Milenio.[1]
El Plan de Desarrollo “La Bogotá que queremos” implementó para ese año toda clase de programas sociales y de reubicación para iniciar un proceso de desalojo de propietarios, desocupando la zona y dando inicio a la demolición. Finalmente, muchos de los habitantes de dicho barrio terminaron asentados en el Bronx y otros en diferentes lugares de Bogotá.[2]
Es así como la problemática que en principio había llegado a su fin con el programa implementado en el 98, en realidad iba asentando las bases para la creación de un nuevo lugar en el que, no solo habitarían los habitantes de la calle de la capital, sino que se ejecutarían grandes violaciones de derechos humanos y configuraciones de delitos.
Recientemente, se dio inicio al operativo en el Bronx, el cual fue muy similar al ejecutado por las autoridades dentro del Cartucho años atrás, en el que además de desalojar las calles y capturar a diferentes cabecillas del microtráfico de estupefacientes, se trasladaron a los habitantes de la calle a diferentes hospitales y refugios de la Alcaldía de Bogotá, en los que se les ofreció alimentación, limpieza, asesoría psicológica y médica para dar inicio al proceso de reintegración.
En la actualidad, los ciudadanos que habitan en las calles representan una cifra de aproximadamente 14.000 personas a nivel de Bogotá, los cuales conforman un subgrupo que comparte una cultura, una identidad y un estilo de vida común, que por sus características son considerados diferentes a los demás. Esta población es considerada erróneamente como disfuncional o marginal, sin embargo, es importante saber que, si se debe partir de un cambio para este grupo de personas, el foco de atención no solo se puede centrar en su expulsión del lugar en el que se concentra la mayoría, pues si bien esto puede generar un cambio, este al no producirse de manera progresiva va a tener efectos efímeros en el tiempo, con la gran posibilidad de que el problema resurja, como sucedió en el 98.
Por lo tanto, la iniciativa debe darse a partir de la creación de “(…) un entorno al ser humano que habita en la calle sensibilizando a la comunidad y a los que habitan en las calles, por medio de estrategias que fomenten la interacción y la convivencia ciudadana,”[3] a través de la psicología comunitaria, la cual funciona como una herramienta que pretende la transformación social en pro de un beneficio colectivo, el cual es un proceso de sensibilización que parte de los ciudadanos que habitan en las calles, las instituciones corresponsables y los brigadistas que intervienen con la problemática, ello, debido a que para abordar una comunidad se debe partir de la empatía y el grado de acercamiento entre los actores para luego realizar un conocimiento de la misma, generando un resultado que evite volver al estado anterior a los habitantes de la calle.[4]
El operativo realizado en días pasados por esta administración, esta direccionado correctamente, pues tal y como lo expresó el Alcalde Peñalosa, no es posible tolerar en Bogotá una república independiente del crimen. Sin embargo, es fundamental que a la par con la desarticulación y judicialización de las organizaciones criminales que operaban en el Bronx, se produzcan campañas dirigidas al ser humano para brindarles oportunidades de resocialización y reubicación a los habitantes de calle.
Stephanny Vera Rivera.