El país ganó y el Gobierno, también

Por: Germán Vargas Lleras para el periódico El Tiempo

La Corte Constitucional no obró desintonizada de la realidad económica y financiera del país.

Con el fallo de la Corte Constitucional pudo haber perdido credibilidad la política económica del Gobierno, y particularmente el ministro de Hacienda, pero ganó respeto y confianza la institucionalidad de nuestro país, que es, sin duda, el bien público más preciado. Con este fallo ganó el país y, siendo realistas, también ganó el Gobierno, así no lo mereciera, no solo por tramitar indebidamente una reforma tributaria, sino por atropellar a la Corte con temores, creo yo infundados, y escenarios económicos apocalípticos para forzar un fallo que en estricto derecho no podía convalidar los errores cometidos.

En todos los países democráticos hay reglas cuyo incumplimiento debe tener consecuencias, so pena de poner en riesgo la legitimidad del Estado. Esa fue la motivación que me llevó a demandar la ley y cuyos argumentos fueron acogidos por la Corte. En este caso se violó el principio de consecutividad, puesto que las plenarias de Senado y Cámara votaron temas, algunos reales orangutanes, que no habían sido aprobados ni discutidos en comisiones, y que el ministro, irresponsablemente, consintió para obtener las mayorías necesarias.

También se vulneró el principio de publicidad, pues era conveniente que varios artículos no fueran conocidos ni tampoco discutidos, y por eso el texto no se publicó con anterioridad a la votación, de tal suerte que los congresistas no conocieron integralmente el proyecto, que terminaron votando en bloque mediante una simple proposición.

Los vicios de procedimiento no son en nuestro ordenamiento jurídico temas menores. Así lo ha advertido la Corte en numerosas oportunidades, entre ellas cuando declaró inexequible la Ley 1354 del 2009, que aprobó la realización de un referendo para la segunda reelección de Álvaro Uribe. También, cuando se ocupó de la ley aprobatoria de la Convención Interamericana contra el Terrorismo, o cuando encontró inconstitucionales partes esenciales del Plan Nacional de Desarrollo 2006-2010. Y, en materia más cercana, cuando declaró inexequibles las leyes 863 de 2003, 1328 de 2009 y 1739 de 2014, todas ellas modificatorias del Estatuto Tributario.

Hizo bien la Corte en mantener su jurisprudencia y no permitir que aspectos relacionados con los efectos negativos del fallo pudieran llevar al extremo de declarar conforme a la Constitución aquello que no lo es. Una decisión distinta hubiera vulnerado toda la construcción jurídica sobre los vicios de procedimiento que afectan garantías esenciales de los ciudadanos.

Dicho lo anterior, y entendiendo que Gobierno y Congreso actuaron burdamente en la aprobación nocturna y afanosa de la ley de financiamiento, todo lo cual fue constatado, develado y condenado por la Corte Constitucional en su fallo, hay que advertir que la Corte no obró desintonizada de la realidad económica y financiera del país. Haber permitido que el fallo surtiera sus efectos solo a partir del 1.º de enero del próximo año y, por lo tanto, consolidar las situaciones nacidas de la aplicación de la ley demandada constituye una decisión responsable, aunque no exenta de polémica.
Digo que el Gobierno ganó no solo porque los efectos de la ley se consolidaron en cuanto al año 2019, sino porque ahora tendrá la oportunidad de sacar adelante una ley de mejor factura que corrija los errores y vacíos de la anterior y quizá le permita obtener los recursos que, ya se sabía, la norma caída no le iba a garantizar.

El Gobierno debe actuar sin pérdida de tiempo y con mensaje de urgencia presentar a consideración del Congreso un proyecto que, en nuestro caso, acompañaremos positivamente, en la medida en que sea la verdadera reforma estructural que el país necesita y se concierte para ofrecer respuestas a los aspectos que consideramos fundamentales y a los que me referiré posteriormente.

Una lección les ha dado la Corte al Gobierno y el Congreso, que espero haya sido aprendida e interiorizada. Y una tranquilidad muy grande nos ha dado a los colombianos confirmar que tenemos una Corte independiente, que no se deja amedrentar y demostró estar muy aterrizada en la realidad nacional.

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